Tags

No tags :(

Share it

Yo creo que todos tenemos un interruptor muy especial en la cabeza. Hablando con propiedad, tenemos infinitos. Infinitos interruptores dentro de nuestro cerebro que cambian continuamente de posición. De VERDE a ROJO, o viceversa. Incluso podemos dejarlos en una posición intermedia, en un frágil equilibrio en el que el mínimo estímulo puede volcarlos hacia cualquiera de las posiciones.

Estos interruptores están asociados a cada recuerdo, a cada vivencia, a cada persona que se cruza en nuestro camino. Cada nuevo elemento que entra en nuestro mundo crea su propio interruptor, y su posición inicial la determina eso que llamamos nuestra primera impresión. Cuando algo nos entra bien, nos gusta, nos apetece, nos cautiva, nos convence, crea su interruptor en VERDE. Cuando algo nos da mala espina, interruptor en ROJO. Y durante la vida de ese elemento en nuestro pensamiento, y después en nuestra memoria, cada acontecimiento que se sucede, cada información que se añade, cada relación que se establece con otros elementos, puede invertir la posición del interruptor.

Los interruptores que más me fascinan son aquellos que asociamos a las personas que vamos encontrando en la vida. Son interruptores grandes, brillantes y excitantes, y están asociados a toda una persona, no sólo al inmenso conjunto físico y emocional que compone un ser humano, sino también a su historia. Con las personas, de alguna forma hacemos un ejercicio de generalización, ahorrando los miles de interruptores que debieran producir cada una de sus acciones o palabras para incorporarlos al gran interruptor que hemos creado para ellas. Hay personas cuyas interruptores nunca han cambiado de posición desde que irrumpieron en nuestra vida. Hay otras que nos dieron una primera impresión equivocada, y nos obligan a invertir su interruptor en cuanto las conocemos mejor. Incluso las hay que se debaten entre el VERDE y el ROJO desde que nos conocimos, y así seguirán por siempre, o hasta que nos cansamos y decidimos dejarlas indefinidamente en esa posición de equilibrio que indica que no nos fiamos, o incluso hasta que las condenamos al ROJO por simple pereza.

Pero he aquí un tipo de acontecimiento que me entusiasma especialmente, y que comienza con un interruptor que lleva en ROJO mucho tiempo, con una persona que conocemos y que hemos condenado por muchas pequeñas cosas. En muy contadas ocasiones ocurre que un mínimo acto o un puñado de palabras del dueño del interruptor, te emocionan de tal manera que te fulminan, y hacen saltar el interruptor al VERDE sin marcha atrás. Sabes que para ti, esa persona siempre estará en VERDE, pase lo que pase y haga lo que haga. Y te das cuenta de que pocos han presenciado algo así, que eres un privilegiado que ha conseguido desenmascarar como VERDE un interruptor que todos ven ROJO. Para mí, esos CLICKS hacen que la vida valga la pena. Son lo mágico del truco.

Roberto fue la primera persona que hizo saltar en mil pedazos su enorme interruptor en ROJO. Me dio una lección, y consiguió que desde entonces mis interruptores rara vez pasen a ROJO. Ahora los mantengo todo el tiempo que puedo en equilibrio, buscando ávidamente la excusa para volver a ponerlos en VERDE.

[TO BE CONTINUED...]