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Me presenté  en La Dominotería en una de esas tardes primaverales que regala el invierno. Además de una preciosa tienda repleta de papeles sorprendentes, allí encontré a María del Mar, quién me ayudó a elegir el papel para serigrafía y los materiales perfectos para preparar las carpetitas protectoras. Siempre me maravillo cuando me topo con un experto en algo. Es genial cómo, a partir de una vaga descripción de lo que tienes en la cabeza, alguien que sabe es capaz de comprender lo que quieres y ofrecerte algo que, aún sin siquiera saber que existía, resulta ser justo lo que buscabas. Así fue el proceso de selección del cartón y el papel japonés que conforman la protección de Roberto.

Mi idea inicial era dejar 1cm de margen entre los bordes de la seri y los bordes de la carpeta protectora, y María del Mar se ofreció a cortarme el material con su super guillotina. Al preguntarme de qué medida eran los sobres que iba a utilizar para enviar las serigrafías, caímos en la cuenta de que lo mejor era que el cartón protector tuviera la misma medida del sobre, para que quedara bien encajado y no se doblara durante el envío. Como aún no había comprado los sobres y lo que corría más prisa era el papel de serigrafía, dejé el cartón y el papel japonés en la tienda con intención de volver con la medida exacta de los sobres que fuera a utilizar.

Escribí a Eduardo de Hola por qué avisándole de que ya tenía el papel, y quedamos al día siguiente en el estudio. En La Dominotería no se habían atrevido a cortarme el papel de serigrafía por si el taller necesitaba trabajar con otras medidas, márgenes o lo que fuera, y yo había dado por supuesto que en el taller de serigrafía contarían con una guillotina tan chachi como la de la tienda de papel… Craso error, porque Hola por qué trabaja con proveedores de papel que le envían el material cortado a la medida que ellos le indican.



El pobre Eduardo se llevó las manos a la cabeza cuando vio que le había llevado el papel sin cortar y que le tocaba a él cortar cada una de las 50 tarjetitas…



Dejando a parte esta pequeña tragedia, aprovechamos la visita para elegir las tintas. El proceso de serigrafiado no funciona como la cuatricromía de las imprentas, que mediante la combinación de 4 colores básicos (Cian, Magenta, Amarillo y Negro) consigue el color a reproducir, si no que para cada tono del diseño se utiliza una tinta diferente.

Para que os hagáis una idea, si Roberto hubiera salido de una imprenta hubieran bastado 4 fotolitos, y los colores definitivos se hubieran obtenido sólo al final, cuando la suma de las diferentes proporciones de los colores básicos de la cuatricromía estuvieran impresas. Es por eso que en este sistema cada tinta contiene un porcentaje de gris en función de la cantidad de color primario que participa en el color final, desde 0% (blanco en el fotolito) hasta 100% (negro en el fotolito). En la serigrafía, en cambio, cada fotolito se define por la zona que deja pasar la tinta al 100% (negro) o al 0% (blanco). Así sería Roberto en cuatricromía (arriba) y así es en serigrafia (abajo):

Así pues, buscando entre los miles de botes de tinta para serigrafía que llenan las estanterías del estudio, y comprobando en trabajos ya realizados el aspecto final de las tintas una vez impresas, entre Eduardo y yo elegimos las 6 tintas para Roberto.

Mi visita había concluido, y ya sólo restaba esperar a que Eduardo cortara el papel y llegaran los fotolitos para ponerse a trabajar. Antes de despedirme, aproveché para pedirle a Eduardo un favor: tener material fotográfico del proceso. Ningún problema por su parte. Me comentó que acostumbran a documentar sus trabajos, y que además no había ningún inconveniente en que yo misma hiciera las fotos que quisiera durante el proceso. Como lo habitual es que hagan una o a lo sumo dos tintas por día, quedamos en que ellos se encargarían de las primeras tintas y que me avisaría para poder fotografiar la última tinta (la negra).

De nuevo me marché encantada del estudio, saboreando más que nunca la proximidad del día en que al fin vería a Roberto sobre papel. Y durante todo este tiempo, tuve que guardar un secreto que me moría por compartir con todos vosotros y conformarme con lanzar en mis redes sociales pequeñas píldoras de la sorpresa sin desvelar nada… Argggggg!

[TO BE CONTINUED...]