Tags

No tags :(

Share it

Hace más de 10 años yo acudía regularmente a la Fundación Jiménez Díaz y coincidí muchas veces con un muchacho que no pasaba desapercibido en los pasillos del hospital. No sería mucho mayor que yo, pero su cuerpo se había rendido. Apenas tenía pelo, y sufría obesidad mórbida. Sus facciones estaban anestesiadas por el cóctel de medicamentos que debían administrarle, y no hubiera apostado porque fuese capaz de hablar, razonar o siquiera recordar.

Todo el que lo veía sentía un escalofrío, y esa necesidad visceral de alejarse de aquello que nos repugna, como si fuéramos a contagiarnos de su fealdad, su gordura o su locura. No podía dejar de mirarlo de reojo con esa curiosidad morbosa que nos inspira aquello que al mismo tiempo nos desagrada y nos fascina.

Un día, durante una de mis miradas furtivas, me di cuenta de que aquella especie de monstruo al que todos mirábamos y rechazábamos era un conocido de la infancia. No podía creérmelo. La transformación era asombrosa, pero no me cabía ninguna duda de que era él. Era Roberto.

Recordé entonces cómo era Roberto hace muchos años. Un chico normal, algo tímido y con un corazón enorme. Una persona bondadosa y hermosa, de la que no parecía quedar nada en el ser que tenía ante mí. En aquel momento, algo muy extraño ocurrió dentro de mi cabeza. Como si ambas realidades no pudieran existir al mismo tiempo, el Roberto dantesco que estaba viendo se me antojó una cáscara que ocultaba y aislaba del mundo al ser maravilloso que yo recordaba.

Con mi proyecto Roberto quiero mostrar las dos realidades superpuestas que conviven en mi cabeza, donde la misma persona puede ser a la vez una mole de carne ajada y un hermoso ser que habita en un mundo de ensueño. Aquella forma fortuita de trascender de una realidad horrible a un universo fantástico supuso para mí un hecho insólito y maravilloso, que hizo que mi vida empezara a cambiar.

Todos hemos vivido momentos en los que la realidad nos resulta insoportable, en los que nos preguntamos si las miserias que vemos y que nos suceden son todo lo que este mundo nos tiene reservado, y en los que incluso acariciamos ideas autodestructivas en busca de cierto alivio. Mi reencuentro con Roberto sucedió en una de esas épocas, y la ventana que mi imaginación abrió a un lugar en el que los seres estigmatizados como Roberto o yo misma podíamos ser felices y libres supuso para mí un gran alivio, y un recurso que hoy me sigue acompañando.

Roberto se convirtió en un cómic que nunca vio la luz ni se presentó a ningún concurso, porque aquella historia tenía que esperar al momento adecuado en el que yo fuera capaz de contarla como es debido. Después de más de 10 años, y sin que Roberto haya dejado de ser nunca la historia que quiero contar, al fin se han dado las condiciones perfectas. Tanto Roberto como yo hemos madurado, disponemos del tiempo necesario y nos sentimos preparados para contar esta historia conjunta, en la que él pone la cruda realidad y yo la locura que lo hace libre.

Así veo yo a aquel monstruo que habitaba en los pasillos y salas de espera de la Jiménez Díaz.

 

 

Para conmemorar este momento tan importante para mí, en el que al fin he podido compartir a Roberto con vosotros, y para agradeceros el apoyo y el cariño que me estáis haciendo llegar… Estoy preparando algo muy especial que espero que os guste. Muy pronto os daré una sorpresa!! Jijiji ;)