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Eran las 11:57 cuando doblé de nuevo la esquina del Pasaje Pere Ripoll. Los alumnos estaban empezando a salir: llegaba justo a tiempo. Entré de nuevo en la Escuela de mis sueños, y me dirigí de nuevo al aula buscando a Daniel. Estaba sentado en su puesto, al fondo de la estancia.

Me acerqué nerviosa como un flan, y con una sonrisa de ilusión que no me cabía en la cara. Nos saludamos una vez más, y me pidió que me sentara. Saqué el pendrive de mi bolso, y se lo di como quien entrega el último examen de la carrera.

Es curioso cómo se siente una cuando le enseña su trabajo a alguien al que admira tanto… Toda la vida tus amigos y familiares no han parado de halagarte y de animarte, pero tú sabes que hay muchísima gente mejor que tú ahí fuera, y que cuando pasas a Primera División, no eres más que un principiante que no sorprende a nadie. Así me sentía yo en ese momento.

Fui enseñándole a Daniel algunas de mis Ilustraciones, Cómics, Modelados en 3D y Animaciones viendo más claro que nunca que eran horribles. No podía evitar pensar que esto no debía haberlo traído, o que aquello tenía demasiados años. Pero todo cambió cuando Daniel empezó a comentar mi trabajo, señalando algunos errores evidentes, pero también apuntando cosas que le gustaban. A medida que fuimos revisando todo el material, me fui sintiendo más y más aliviada al ver que después de todo le gustaba lo que estaba viendo :)

Cuando hubimos visto el último archivo, Daniel me dijo que tenía un perfil perfecto para su Escuela, y que me avisaría en cuanto abriera la Lista de Espera. !!!!!!!!!!. Nos despedimos, le di mil gracias y dos besazos llenos de emoción, y salí de (la que tiene que ser) mi futura Escuela. Me sentía en un sueño. Toda la tristeza de los días previos, después de enterarme de que ya no quedaban plazas para 2012, se habían disipado. Algo me decía que volveré a Pepe School Land el próximo Octubre. Y los nervios de toda la mañana se convirtieron en júbilo, y sólo tenía ganas de saltar y gritar y descargar el gran torrente de adrenalina que me embargaba.

Quería inmortalizar ese momento, y abordé a un obrero que fumaba al lado de un edificio en construcción. El señor se tomó su tiempo en limpiarse y colocarse las gafas, y en estudiar el funcionamiento de mi móvil. “- Avíseme cuando vaya a darle al botón, eh?” “- Sí sí”. Y ésta es la instantánea de uno de los momentos más felices de mi vida.

Caminé desde la Escuela en dirección a la playa y, pese a que mi cabeza era un hervidero de pensamientos, emociones y planes, me tomé un instante para disfrutar el momento. Respiré hondo y abrí mis sentidos para poder captar todo lo que ocurría en ese momento, y poder así recordarlo el resto de mi vida: la luz que se posaba en mi piel a través de las hojas de los árboles, los sonidos de los pájaros y de la ciudad, el tacto del sol en mi cara, y el olor de un día de otoño verdaderamente espléndido.

Ahora tocaba volver a Madrid y esperar noticias de Daniel, mientras seguía planeando mis próximos dos años de vida… ¿No suena delicioso? :)

[TO BE CONTINUED...]